Jesusa Rodríguez parece que no lo
sabe. Que nunca lo ha sabido: lo que ella hace o hizo, siempre, es un teatro
comercial. Tanto como el Rey León o las peores parodias escritas para actores
de la telenovela en turno.
Voy por partes: el teatro tiene
tres fuentes de financiamiento directas, no más: el Estado, la iniciativa privada,
y la taquilla.
La idea de que el estado
participe en el financiamiento de los espectáculos teatrales cambia en la
medida en la que entendemos la misma idea del Estado. Así, un Estado
totalitario, busca y exige que se agenda política, en mayor o menor medida, se
vea reflejada o, en el peor de los casos, no vulnerada, por las ideas que pueda
hacerse el espectador de lo que pasa y se dice desde las tablas. En el otro
polo, un sistema político que se quiera llamar democrático, en la actualidad,
no hace más que evitar lo que haría un sistema totalitario: simplemente no toma
decisiones para hacer la derrama de apoyos y permisos para el teatro comparando
los espectáculos con los renglones de su ideario o intereses. Esto parte de una
idea que ya tenían los atenienses: en el teatro se discuten ideas y la discusión
libre de las ideas es un rasgo definitorio de lo que llamamos democracia.
Antes de seguir hay que decir que
por más que Jesusa y demás panfletarios de esa forma extraña de neoliberalismo
que ahora, ya sea por ignorancia, estulticia o pura y simple malicia, se quiere
llamar “izquierda”, por más que insista desde sus tribuna que estamos saliendo
de un sistema totalitario, al menos, en el tema del FONCA, con todos los
problemas que pueda tener, nunca antes ni priístas ni panistas, por lo menos en
el tiempo que tengo escribiendo para la escena y recibiendo becas, las
decisiones de los apoyos fueron tomadas por un censor, y por lo tanto, condicionadas
a los intereses del poder en curso. Estas decisiones siempre han sido tomadas
directamente por los mismos ciudadanos especialistas en la materia. De nuevo,
el sistema no es perfecto, y en estas decisiones siempre encontraremos filias y
fobias, áreas de asignación de recursos secuestrados por pequeños grupos de
poder, centralismo, amiguismos, o simples errores de juicio. Pero muchos más
problemas tiene lo que en este país llamamos, en general, “democracia”, que el
sistema de reparto de recursos que utiliza el FONCA.
Cuando Jesusa Rodríguez insiste
en que las becas para las artes deben desaparecer, habla desde una extraña
autoridad que pretende que le da el haber hecho un teatro combativo con
absoluta libertad. Está equivocada. Lo que siempre hizo fue un teatrito
comercial que encontró su nicho en un segmento de mercado muy bien identificado
que iba a oír cómo se reforzaban las ideas que ya tenía sobre el sistema
político, la sociedad, el mundo. Jesusa sufre, desde siempre, lo que llamábamos
en el bachillerato “el síndrome del pedero”, y que básicamente consiste en que
entre más pedero eres, crees que eres menos pendejo. Hacer un teatro “combativo”,
pues, no es hacer un análisis de la realidad. Usar las tablas para gritar
ocurrencias contra el poder, es solo hacerle circo al poder y buscar la risa de
una secta de complacientes dispuestos a pagar de su bolsillo (en la taquilla)
como quien deja su diezmo en el cepillo del templo. Haciendo esto no logras un
nicho entre Esquilo y Bretch, en el mejor de los casos, lo que consigues, como
Jesusa, es una Senaduría.
Volviendo a mi bordado. Qué pasa
cuando el Estado no financia de manera libre al teatro. Al final, el teatro,
terco como es, se fondeará en la iniciativa privada o la taquilla. Es decir,
esta señora neoliberal tal vez no se da cuenta que si nos quitan las becas, los
más listos, vamos a encontrar de qué seguir viviendo y contando nuestras
historias, solo que sin las libertades que tenemos ahora sino atendiendo los
dictados de los productores de las televisoras privadas. Los dramaturgos no
tenemos muchos problemas, que para putas nacimos, y bien podemos escribir
guiones para las pantallas. Habrá otros que las pasen peores. No quiero ni
imaginar qué harían grupos emblemáticos de nuestro teatro, como el Grupo
Teatral Tehuantepec, que desde el culo del mundo lleva treinta años haciendo un
teatro de primer nivel, un teatro que no podría haberse desarrollado sin pelear
por apoyos institucionales. Al final del día, un modelo de producción que no
financia el Estado, solo vulnera a los que más trabajos tienen para hacer su
teatro de manera libre y nos entrega, a todos los creadores, de pancita en el
regazo del neoliberalismo más puro y duro. Eso no lo ve Jesusa, porque ella
sigue creyendo que es de izquierda, sigue creyendo que trabaja para y es pagada
por un gobierno de izquierda, cuando lo que estamos viviendo ahora es una forma
extraña de gobierno neoliberal, solo que muy cuentachiles.