martes, 11 de junio de 2019

JESUSA, LA MAFIOSA FIFÍ


Jesusa Rodríguez parece que no lo sabe. Que nunca lo ha sabido: lo que ella hace o hizo, siempre, es un teatro comercial. Tanto como el Rey León o las peores parodias escritas para actores de la telenovela en turno.
Voy por partes: el teatro tiene tres fuentes de financiamiento directas, no más: el Estado, la iniciativa privada, y la taquilla.
La idea de que el estado participe en el financiamiento de los espectáculos teatrales cambia en la medida en la que entendemos la misma idea del Estado. Así, un Estado totalitario, busca y exige que se agenda política, en mayor o menor medida, se vea reflejada o, en el peor de los casos, no vulnerada, por las ideas que pueda hacerse el espectador de lo que pasa y se dice desde las tablas. En el otro polo, un sistema político que se quiera llamar democrático, en la actualidad, no hace más que evitar lo que haría un sistema totalitario: simplemente no toma decisiones para hacer la derrama de apoyos y permisos para el teatro comparando los espectáculos con los renglones de su ideario o intereses. Esto parte de una idea que ya tenían los atenienses: en el teatro se discuten ideas y la discusión libre de las ideas es un rasgo definitorio de lo que llamamos democracia.
Antes de seguir hay que decir que por más que Jesusa y demás panfletarios de esa forma extraña de neoliberalismo que ahora, ya sea por ignorancia, estulticia o pura y simple malicia, se quiere llamar “izquierda”, por más que insista desde sus tribuna que estamos saliendo de un sistema totalitario, al menos, en el tema del FONCA, con todos los problemas que pueda tener, nunca antes ni priístas ni panistas, por lo menos en el tiempo que tengo escribiendo para la escena y recibiendo becas, las decisiones de los apoyos fueron tomadas por un censor, y por lo tanto, condicionadas a los intereses del poder en curso. Estas decisiones siempre han sido tomadas directamente por los mismos ciudadanos especialistas en la materia. De nuevo, el sistema no es perfecto, y en estas decisiones siempre encontraremos filias y fobias, áreas de asignación de recursos secuestrados por pequeños grupos de poder, centralismo, amiguismos, o simples errores de juicio. Pero muchos más problemas tiene lo que en este país llamamos, en general, “democracia”, que el sistema de reparto de recursos que utiliza el FONCA.
Cuando Jesusa Rodríguez insiste en que las becas para las artes deben desaparecer, habla desde una extraña autoridad que pretende que le da el haber hecho un teatro combativo con absoluta libertad. Está equivocada. Lo que siempre hizo fue un teatrito comercial que encontró su nicho en un segmento de mercado muy bien identificado que iba a oír cómo se reforzaban las ideas que ya tenía sobre el sistema político, la sociedad, el mundo. Jesusa sufre, desde siempre, lo que llamábamos en el bachillerato “el síndrome del pedero”, y que básicamente consiste en que entre más pedero eres, crees que eres menos pendejo. Hacer un teatro “combativo”, pues, no es hacer un análisis de la realidad. Usar las tablas para gritar ocurrencias contra el poder, es solo hacerle circo al poder y buscar la risa de una secta de complacientes dispuestos a pagar de su bolsillo (en la taquilla) como quien deja su diezmo en el cepillo del templo. Haciendo esto no logras un nicho entre Esquilo y Bretch, en el mejor de los casos, lo que consigues, como Jesusa, es una Senaduría.
Volviendo a mi bordado. Qué pasa cuando el Estado no financia de manera libre al teatro. Al final, el teatro, terco como es, se fondeará en la iniciativa privada o la taquilla. Es decir, esta señora neoliberal tal vez no se da cuenta que si nos quitan las becas, los más listos, vamos a encontrar de qué seguir viviendo y contando nuestras historias, solo que sin las libertades que tenemos ahora sino atendiendo los dictados de los productores de las televisoras privadas. Los dramaturgos no tenemos muchos problemas, que para putas nacimos, y bien podemos escribir guiones para las pantallas. Habrá otros que las pasen peores. No quiero ni imaginar qué harían grupos emblemáticos de nuestro teatro, como el Grupo Teatral Tehuantepec, que desde el culo del mundo lleva treinta años haciendo un teatro de primer nivel, un teatro que no podría haberse desarrollado sin pelear por apoyos institucionales. Al final del día, un modelo de producción que no financia el Estado, solo vulnera a los que más trabajos tienen para hacer su teatro de manera libre y nos entrega, a todos los creadores, de pancita en el regazo del neoliberalismo más puro y duro. Eso no lo ve Jesusa, porque ella sigue creyendo que es de izquierda, sigue creyendo que trabaja para y es pagada por un gobierno de izquierda, cuando lo que estamos viviendo ahora es una forma extraña de gobierno neoliberal, solo que muy cuentachiles.