miércoles, 31 de agosto de 2016

Inteligencia extraterrestre

En 1977 el proyecto SETI detectó una señal del espacio exterior que parecía ser originada por una entidad inteligente. La historia cuenta que el científico a cargo del telescopio Big Ear en ese turno, escribió la palabra “WOW” en el margen de la impresión de la computadora que mostraba la dichosa señal, y por eso WOW es el nombre con el que conocemos este evento.

La señal nunca pudo corroborarse por lo que no se consideró una prueba definitiva. Se supone que estos programas que pretenden paliar nuestra soledad como especie, cuentan con filtros para discernir entre una mera casualidad y un evento de contacto real, pero no se corroboró y seguimos solos. Hasta ahora.

Ayer, un telescopio ruso recibió una nueva señal WOW. La nota periodística, que puede estar anunciando un hecho histórico, casi tanto como el descubrimiento de América (perdón por la analogía, más o menos le pertenece a Ítalo Calvino), nos pasó desapercibida entre las notas de segundo día sobre la muerte de Juan Gabriel y las que refieren la ridícula cita que sostendrán Donald Trump y Peña Nieto para hablar de sólo ellos saben qué. La nota pasó desapercibida, pues, aunque la verdadera nota será si se corrobora la señal, lo que ya decíamos, es algo realmente difícil (mueves un milímetro el telescopio en Mongolia y equivale a barrer millones de años luz en el espacio, así de jodido está el asunto).

En los ochenta/noventa, cuando se usaban esas antenotas parabólicas para ver algo más en la tele que las mamadas de nuestra televisión nacional, había un güero en Guadalajara que por trescientos pesos te jaqueaba la señal de todos los satélites. Tú solo comprabas los aparatos y la antena, la instalabas al frente de tu casa donde pudieran enterarse los vecinos de quién era su papi, y el güero hacía su magia, podías ver en vivo desde un partido de la NBA hasta un combate polinesio por la posesión de dos mujeres o una vaca. Era una maravilla ese güero.

Del güero hace mucho que no sé nada, puede que esté trabajando ahora para Dish por veinte pesos y un gansito, pero, también existe la posibilidad, nada lejana, que se lo hayan llevado los rusos. De ser así, tenemos muchas posibilidades de confirmar la señal que tanto hemos buscado y acaso establecer una recepción estable.


La idea es maravillosa. Salvo que no sirve para un carajo. ¿Realmente seremos mejores si podemos incluir en nuestra selección de canales de paga una estación de radio en la que unas babosas enormes se deleitan escuchando canciones de un Leo Dan transgénico? Y suponiendo que logremos suficiente información para poder traducir el código. Qué mierdas traducimos. Si no hay realidades equivalentes, no tiene sentido buscar lenguajes equivalentes. Hace como tres años, estaban traduciendo Odio a los putos mexicanos, una obra mía, del inglés al ruso. La traductora chingaba la borrega un día sí y el otro también sobre cómo debía traducir ciertos términos. A pesar de que le expliqué que si lo supiera yo mismo la traduciría, ella seguía jode y jode. Donde de plano rompimos relaciones diplomáticas fue cuando, muy proactiva, la rusa me propuso traducir “pozole” por algo así como un “gulash con granos de cebada”. Algo así. No sirvió que le aclarara que traducir no es explicar y que no, que el pozole es pozole, no sirvió explicarle a la necia pero no sé en qué habrá terminado la cosa. Esto lo cito para ejemplificar lo que decía de la señal extraterrestre. No importa lo que digan las palabras que pesquemos, si no sabemos a qué se refieren, cómo o para qué vamos a traducirlas. Solos estamos, solo seguiremos. Wow.

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