El carácter en el drama como un lugar de
encuentro entre el Ser y el Hacer del personaje
A algunos les gusta el Ser, a la mayoría el Hacer
(el uso de mayúsculas es equivocado pero intencional). El asunto no es ni por
mucho nuevo. En las conceptualizaciones sobre el personaje, el Ser siempre
trajo las de perder sobre su Hacer. Aristóteles, la única forma que reconoce
del personaje es el Hacer en su famoso pratton. Propp llega más o menos a lo
mismo, aunque, contrario a lo que podría parecer, por motivos muy diferente a la
mera lectura del Estagirita; para su descargo, al momento de entrarle al tema
de fondo, primero se muestra dubitativo, para terminar evadiendo el bulto, lo
que no le importó un rábano a su descendencia estructuralista que en general
hizo cargada por el Hacer. Toda la teoría actancial de Greimás está enfocada en
el Hacer, Barthes niega el personaje como constructo, como Ser, y solo en algún
lugar y de paso muestra los mismos bandazos de Propp. De hecho, en general,
todo Comunicaciones 8, cuando trata del personaje sigue el análisis y la
taxonomía del Hacer. En estas tierras, Luz Aurora Pimentel, nuestra narratóloga
por excelencia, sigue a Hamon en el reconocimiento del Ser como contraparte del
hacer, pero como le interesan las focalizaciones (en tanto que narratóloga), se
dedica más en los modelos de interpretación y acaso en proponer algunos modos
de presentación de personemas (que no los llama tales).
En nuestro medio teatral, específicamente, el
asunto es más grave. De maestro a alumno, por generaciones, se ha perpetuado el
bulo que asegura sin dar muchas referencias, más allá de algunas traducciones a
modo o de plano erróneas, que Aristóteles siempre puso la acción sobre el
personaje, como si Aristóteles hubiera cometido la ingenuidad (que comete
varias), de separar la acción del personaje. De hecho, al hablar sobre
estructura del drama, casi siempre, sin mencionarlo, está hablando sobre la
estructura del personaje y, como ya lo decíamos, solo nombra al personaje
cuando lo descubre in fraganti, en el mero momento del Hacer.
Como esto no es una clase magistral, sino un
pie de discusión, vamos a resumir siete ideas sobre el personaje en cuanto al Ser
y al Hacer para comenzar a darnos de topes, a ver si les gustan:
11. El Ser y el Hacer no son como polos
diferenciados del personaje. Solo pasa que hay algo que vemos que está haciendo
el personaje, de lo que sacamos inferencias, y hay cosas que ya damos por
asentado del mismo.
2.2 Normalmente, un hacer que se repite
tendemos a ubicarlo en el Ser del personaje (dicen: “eres lo que haces”, no “eres
lo que hiciste hace diez minutos).
33. El famoso carácter, el ethos que los
legos acostumbran confundir con “personaje” cuando leen a Aristóteles, no es
más que lo que leemos de un hacer que se repite (y de preferencia muestra
gradaciones). No es, pues, solamente la manera como entra en conflicto. Más
allá de que otros personajes apunten la soberbia de Edipo (lo que está sujeto a
valores de verdad), el lector/espectador traduce las acciones repetidas y
consistentes de Edipo como una lectura del Ser: Edipo es soberbio al grado de
la ceguera, por ejemplo. Y esto es importante: el carácter, lo que llamamos el
carácter del personaje, no es algo que se diga de él (sin quitar él mérito al Decir
como una categoría del Hacer). El carácter es algo que nosotros leemos del personaje,
que tenemos que interpretar por la repetición de sus haceres.
44. Entonces, y esta es la idea a la que
quería llegar, el carácter funciona como una bisagra entre el Ser y el Hacer
del personaje: se muestra claramente en el Hacer del Aquí y ahora para que el
lector termine depositándolo en la lectura del Ser, al lado de sus rasgos
distintivos (Edipo tiene capacidades diferentes para caminar), o las enunciadas
por haceres en su mundo narrado (es tan listo que venció a la esfinge).
55. La clave de esta lectura la podemos
encontrar en el tránsito del personaje: cuando Edipo ve destruido su Ser (todo
lo que nos presentaron de él resultó falso o equivocado o ahí mismo vimos cómo
se destruía), en ese momento el carácter de Edipo cambia diametralmente del
soberbio ciego, al lúcido quejumbroso.
66. El asunto completo tiene que ver con
la mirada: te interesa el personaje como alguien que está para entrar al
conflicto, como el ente de la acción, o te interesa verlo como una
construcción. Más te vale, si eres dramaturgo, que te interesen las dos, porque
el personaje es una estructura en movimiento. Es algo que construimos,
rebasando los límites temporales del aquí y ahora, para llevarlo a otro lugar.
Ahora, sí estás conmigo y te interesa como una construcción en movimiento,
probablemente coincidamos con que el carácter es el vehículo del movimiento,
con su doble función de describir al personaje (construirlo) y llevarlo a las
antípodas, a destruirlo.
77. Vamos a complicarla un poquito más: construir
un personaje no es como construir un edificio, es como construir dos, un sobre
otro, porque mediante lo que se narra construimos un vector fuera del aquí y
ahora del presente continuo. Al menos en el drama cerrado hacemos eso. O dicho
de otra manera: mediante lo que se dice del personaje construimos el edificio
que vamos a destruir en el presente continuo, en “lo que está pasando”, lo que
sucede en los límites temporales del relato, por ejemplo, la representación
teatral.
Y tenemos una aseveración de regalo para los
amantes de la teoría estructuralista:
88. El modelo actancial es muy poco
eficiente para entender al personaje como una construcción compleja y como un
vector de movimiento, tiende a verlo más como algo estático y apela
prácticamente a su función relacional sin entender las estructuras de
antagonismo.
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