De cuando Luis de Tavira anunció la
muerte del teatro mexicano (el suyo)
Luis Enrique Gutiérrez
O.M.
Tremebundo el zafarrancho. Llueven chanclas,
brincan sapos. Más de un valiente levanta la cabeza y termina hecho un chipote.
Y viene lo mejor, porque estamos a unos días de la Muestra Nacional de Teatro y
nuestra República Teatral no anda precisamente para días de campo. Agárrate de
las crines, Chenta, que la burra está avisando.
Rapidito se calentó el empedrado. Después de un
pequeño altercado cerca de la noria, en el que Enrique Olmos se puso al tú por
tú con Luis de Tavira, este cometió el error de declarar que deja la CNT. Seco.
La voz oficial pretende que nada tuvo que ver
una cosa con la otra, que el director había planteado ocho años para su cargo
(en un reglamento que él mismo redactó y que ahora anda jugando al niño
perdido). La voz oficial pretende que el universo se rige por casualidades.
Y luego, Luis de Tavira hizo lo que nunca hace,
lo que nunca hace y ahora entendemos por qué: salió a dar la cara. Salió a dar
la cara en un lamentable tour de medios. Si su arsenal de frases hechas y
plagios autorales sobre teatro y políticas culturales le ha funcionado de
maravilla cuando lo recita a la oreja de nuestra impía clase política, ahora,
en el blanco y el negro de nuestras multicolores pantallas de celular, este
arsenal acaso parece la triste transcripción de los estertores de un dinosaurio
herido. Herido de muerte. Por más que intentaron arroparlo hasta con un
ridículo anuncio de su inclusión a la Academia Mexicana de las Artes (parece
que sí existe), herido de muerte al fin.
Solo para el anecdotario: a la par de Luis de
Tavira, el infame Javier Duarte de Ochoa preparaba su fuga “dando la cara”.
Para aquellos que gustan de documentar la historia de la infamia, ahí les queda
la tarea de analizar el cúmulo de coincidencias entre el discurso del uno y el
otro.
Yo no sé ustedes, pero ¿todo esto no les suena
a grito de batalla? Pues sí. Aún no terminaba Luis de Tavira de explicar cómo a
sus enemigos los apachurra, cuando ya las autoridades culturales tenían sobre
su escritorio una carta exigiendo lo que se les exigió desde la misma fundación
de la CNT. Luego, vino una respuesta al puro estilo de las fuerzas vivas,
defendiendo la opacidad en la CNT y acusando a quienes solicitamos
transparencia, de sediciosos (no es broma). Con esta última carta quedaron,
clarititos, los frentes de batalla. Clarititos como hace mucho no se veía por
acá. Y con los frentes claros, las descalificaciones mutuas.
Por una parte, según corre la especie, un grupo
de sediciosos busca imponer a Rubén Ortiz como director de la CNT. La especie
abunda en que Ortiz ya hasta tiene planes para poner a los actores de la CNT a
colgar tenederos por todo Coyoacán con las fotos de los desaparecidos en el más
reciente empellón del Estado represor.
Por la otra se afirma que Luis de Tavira creó,
amparado por el poder en turno, un modelo de CNT a su imagen y semejanza:
anacrónico, centralista, patrimonialista y opaco, así que todo lo que salga de
ahí está podrido de origen y quien lo apoye es tan inmoral como Santa Teresa de
Calcuta (la que era un gusano sicópata).
Serenidad y paciencia, mi pequeño Solín. No es
cierto que los bárbaros tocan a la puerta de la CNT. No es cierto que Rubén
Ortiz está esperando la caída de la Puerta Norte con un mecate de tendedero y
una fotocopiadora. De la misma manera, no es cierto que del otro lado todos se
muevan según los dictados maquiavélicos de Luis de Tavira, como no es cierto
que todos los de allá andan saboreando el hueso como José Caballero.
Y en medio de la trifulca, Martín Zapata y Luis
Mario Moncada, tuvieron la feliz ocurrencia de irse a meter entre las patas de
los caballos, solo para aderezar con sus lomos bonitamente el espectáculo y
ayudar a los más despistados en sus prácticas de puntería. Acaso, la defensa que
hace en las redes Erando González de Luis de Tavira sea la más rescatable, sabe
a ser humano.
Así va la guerra, pero al final del día, y para
efectos legales, lo que cuenta es esto: un grupo de ciudadanos interesados en
la CNT, entre los que me incluyo, mandó, de manera formal, una carta a las
autoridades solicitando transparencia en la CNT, solicitando transparencia y
algunas respuestas a preguntas que tienen haciéndose más de ocho años. La
solicitud de estos ciudadanos fue a las autoridades, amparados en las garantías
de nuestro Estado democrático.
Qué quiere decir esto. Quiere decir que estos
ciudadanos no esperan una respuesta babosa, oficialista y mal redactada de
Jaime Chabaud, conocido saltapatrás de Luis de Tavira, por más firmas que aquel
pueda reunir con unas llamadas. Quienes deben de responder a estos ciudadanos
son las autoridades culturales. Cada día que pasan sin responder las
autoridades, que no aprendieron nada en Iguala, parecen más cómplices que
tuertos testigos. Esto quiere decir también que los firmantes no esperan una
respuesta ambigua de Juan Meliá, ya ni siquiera una de Maraki. A estas alturas,
el campo de batalla luce triste y aburrido sin la emblemática cabellera de
Rafal Tovar y de Teresa.
Esta no es una pelea entre ciudadanos que
tienen puntos de vista encontrados. Eso deberían entenderlo las dos partes, eso
no dice la Constitución. Bueno, sabrá Dios qué dice la Constitución, pero de
seguro lo dice.
Y mientras tanto, queda anunciado el agarrón en
la MNT.
Estrambote
De repente, callaron las redes, se extrañan los
memes. Cuando los madrazos son de a de veras, cuando el discurso exige cierta coherencia,
cierta estructura, nuestros famosos berrinchudos del fb se callan, pasan
inadvertidos, o son apaleados.
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